Conversamos con Oriol Amat, Decano de la UPF Barcelona School of Management y Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de Universidad Pompeu Fabra, sobre la situación actual de las PYMES, las medidas que se pueden adoptar desde los gobiernos y desde las propias empresas, y sobre la compraventa y valoración de pequeñas empresas y negocios. 

Las pequeñas y medianas empresas del país están sufriendo una grave crisis derivada de las medidas tomadas para combatir la situación sanitaria. ¿Cuáles son las principales diferencias entre las crisis del 2008 y el actual, en relación con el impacto a las PYMES?

Cada crisis tiene sus particularidades, pero podemos decir que existen dos tipos de crisis. Las primeras son aquellas provocadas por burbujas especulativas, como fueron las de 2000 y 2008, que fueron acompañadas de mucho endeudamiento de las empresas y precios excesivos. Estas crisis necesitan de correcciones muy importantes, las empresas se tienen que adelgazar y desendeudar y cuesta un tiempo salir de ellas. 

Después hay un segundo tipo de crisis, aquellas provocadas por un fenómeno imprevisto, extraordinario, a veces es una guerra, a veces es un terremoto y ahora ha sido un virus. En este caso, a pesar de que la economía se tiene que corregir y hay temas que siempre se tienen que mejorar, no se tienen que hacer correcciones urgentes como el año 2008. Este segundo tipo de crisis, si el virus no dura más de la cuenta, son crisis de las que la economía se recupera pronto. La previsión para el 2021 es recuperar los niveles que había antes de la crisis. En el caso España parece ser que tardaremos algo más y que no nos recuperaremos hasta el 2022.

¿Qué medidas cree que pueden adoptar, tanto los gobiernos autonómicos como estatales, para ayudar a las PYMES?

 Tiene que haber 3 grandes tipos de medidas. En primer lugar, se tiene que aplicar una medida muy rápida, que algunos países ya han aplicado, que es la exoneración de determinados impuestos a las empresas que se ven afectadas por la crisis. Al mismo tiempo esta medida tiene que ir acompañada de préstamos sin o con bajo interés para resolver el problema de la liquidez.

Un segundo tipo de medida es la subvención a fondo perdido o rescate directo. Los ERTOS ya son esto, pero haría falta mucha más cantidad de dinero. Si comparamos lo que se está haciendo aquí con lo que se está haciendo en Francia o Alemania vemos que allá los rescates son mucho más contundentes. Esto evidentemente genera deuda pública, pero ahora no es el problema, el problema ahora es intentar salvar cuántas más empresas mejor. Por ejemplo, en Cataluña, a finales de septiembre habían cerrado el 8% de las empresas, estamos hablando de unas 20.000 empresas. Eso sí que es preocupante y perjudica la deuda pública del futuro, porque son empresas que no pagarán impuestos ni seguridad social y que despedirán a trabajadores, que generarán más gasto público en forma de subsidios a pagar. 

Hay un tercer tipo de medidas, que son las que está impulsando la Unión Europea, que son medidas dedicadas a reorientar la economía, es decir subvencionar y hacer programas de ayudas en relación con la digitalización, la economía circular y la sostenibilidad.

Estas tres medidas se tendrían que aplicar en paralelo, de manera simultánea para que tuvieran un efecto directo en las empresas de nuestro país.

Las pequeñas empresas son las que están más expuestas y sufren más las consecuencias de una crisis económica. ¿Qué medidas pueden aplicar las empresas en época de crisis?

Es muy importante que las empresas tengan solidaridad cruzada. Por ejemplo, imaginamos una empresa que tiene contratado un autónomo que le hace tareas de mantenimiento, pero derivado de las medidas del confinamiento, no necesita sus servicios. Si la empresa puede, sería bueno que mantuviera los pagos a este autónomo, mostrando de este modo solidaridad y evitando que deje de tener ingresos. 

La solidaridad también tiene que venir de los propios ciudadanos como, por ejemplo, el hecho comprar comida take away de los restaurantes, a pesar de que no se pueda ir de manera presencial, evitando o mitigando la caída de su facturación. Por otro lado, el confinamiento, las restricciones y la incertidumbre de la situación actual han provocado que muchas personas estén ahorrando mucho dinero. Este dinero no se está moviendo por la economía y sería positivo que los ciudadanos también pudieran contribuir a la recuperación económica generando gasto.

¿Cómo se pueden detectar buenas oportunidades empresariales?

Una primera oportunidad es que, en momentos de recesión económica, los precios bajan, por lo tanto, también bajan los precios de las empresas, es decir, ahora es más económico comprar una empresa que hace un año. También hay la oportunidad de comprar ciertos bienes mejor de precio, como por ejemplo inmuebles, o cerrar contratos con proveedores, o ciertas compras que ahora saldrán más baratas. Hay una frase que dice que se tiene que comprar con los cañones y vender con los violines, ahora están sonando los cañones y es el momento de comprar. Si las vacunas funcionan, los violines sonarán en mayo o junio, entonces los precios volverán a subir. 

Un segundo tipo oportunidad es que, del mismo modo que hay empresas que lo están pasando muy mal, hay otras que de repente se han anticipado unos cuántos años, como por ejemplo el comercio electrónico, los servicios por internet, el teletrabajo, etc. Aparecen nuevas oportunidades y las empresas pueden aprovecharlas

Hay un tercer tipo de oportunidad por los movimientos que hay en la Unión Europea, de las ayudas por temas de economía circular y la sostenibilidad, por lo que puede ser muy buena opción dirigir las empresas hacia este tipo de actividades. 

Otro tipo de oportunidad es la de la mejora de la imagen corporativa. En momentos duros hay empresas que pueden demostrar a su gente, a sus clientes y a sus proveedores, que se preocupan por ellos. Por lo tanto, es una oportunidad para ganar imagen y prestigio y reputación a nivel de empresa.

La compraventa de empresas en los países de tradición latina no está todavía bastante arraigada, sobre todo entre las pequeñas y medianas empresas, donde a menudo se sospecha que si una empresa se vende es porque va mal o hay algo escondido. Aun así, puede ser una buena oportunidad para ciertos emprendedores que no tienen una idea disruptiva o para el crecimiento inorgánico de empresas ya establecidas. ¿Cuál es su opinión respecto la adquisición de empresas en funcionamiento, tanto por parte de particulares como de empresas?

No se puede generalizar y cada caso se diferente. En el caso de las empresas, aquellas que pueden crecer orgánicamente tienen que considerar sus ventajas, como por ejemplo que no existe el posible problema de que existan cosas ocultas, o problemas de integración cultural. Ahora bien, si una empresa quiere ir a otro país, o a una zona que conoce poco, por ejemplo, pueden ser caos donde la mejor alternativa es la adquisición. Se tiene que ir caso por caso, considerando muy bien el precio que se tiene que pagar y los costes de la integración, pero si la operación está bien diseñada puede ser una muy buena compra

Desde el punto de vista del emprendedor, adquirir una empresa es una alternativa muy buena a emprender creando una empresa desde cero, puesto que lo más difícil en la hora de montar una empresa, que es el concepto, la clientela o la imagen, entre otros, ya lo tienes hecho. Es una manera de ahorrar un rodaje, que ya se hizo los 15 primeros años de vida por parte de su creador. El mundo de la empresa funciona mucho a base de prueba y error. En la universidad hemos hecho muchos estudios sobre las empresas de éxito, y hemos detectado que normalmente, de media, necesitan 10 años desde que se crea hasta que es exitosa. Por lo tanto, cuando alguien compra una empresa en funcionamiento, esto se lo ahorra.

¿Cuáles son las principales consideraciones que, a su parecer, debe tener en cuenta un emprendedor a la hora de evaluar la compra de una empresa en funcionamiento?

Hay muchos temas claves, uno de ellos es la fuente de la ventaja competitiva. Cuando una empresa es exitosa es porque tiene unas ventajas competitivas, como el producto, una marca, la clientela, una red distribución, unos acuerdos con otras empresas o unas patentes. La clave es poder detectar esta ventaja competitiva y ver hasta qué punto el comprador la sabrá mantener, una vez el vendedor ya no esté.

¿Cree que en época de crisis puede ser una buena oportunidad la adquisición de una empresa?

Una empresa puede tener unos malos resultados, derivados de la situación actual o bien por otros motivos, pero lo importante es lo que podrá hacer el comprador con la empresa. Por ejemplo, imaginemos el caso de una empresa que dispone de una red comercial muy buena en varios países de Europa y de América Latina, que se plantea comprar una empresa ubicada a España. Más allá de sus números, a la empresa compradora le interesa la operación porque puede generar sinergias, es decir, aprovechar sus redes de distribución en varios países para vender los productos. Es decir, lo importante no son los resultados que tiene la empresa en el momento de su venta, sino los que tendrá una vez sea gestionada por el comprador.

A pesar de que existen múltiples métodos de valoración de empresas, muy a menudo es complicado aplicarlos a pequeñas empresas o negocios, por falta de suficiente información o por la complejidad de los propios métodos. ¿Qué recomendaciones le haría a un potencial comprador que tiene que valorar una pequeña empresa o negocio?

En primer lugar, calcularía el valor contable corregido, es decir, el valor según balance revisado para añadirle alguna plusvalía. En segundo lugar, aplicaría múltiplos en función del sector donde está la empresa, le miraría las ventas o el beneficio y lo multiplicaría por un múltiplo. Por último, si hay posibilidad de prever cuentas de resultados futuros, haría un descuento de flujos a 5 años. Una vez utilizados los diferentes métodos se hace un rango de valores, entre el mínimo y el máximo, y así es como se determina el valor de la empresa.

A veces se hace difícil aplicar múltiplos por transacción en la valoración de pequeñas empresas, dada la dificultad de construir los múltiplos por la falta de información de empresas similares compradas o vendidas recientemente. ¿Qué múltiplos habitualmente aplica para valorar estas empresas?

De manera general, y sin tener en cuenta las particularidades del sector o de la empresa, usaría el beneficio multiplicado por 8-10 veces (PER 8-10), o bien las ventas y, dependiendo del margen con el que trabaje la empresa, multiplicadas por un coeficiente entre 1 y 2.

Cada vez se está dando más importancia a los intangibles empresariales a la hora de valorar empresas, es decir, aquellos elementos de la empresa que no están contabilizados pero que le añaden valor. Aun así, al no encontrarse reflejados a las cuentas anuales, son difíciles de detectar y, por lo tanto, de valorar. A pesar de que cada vez más empresas hacen un Informe Global Integrado que tiene en cuenta la información anual de la empresa en un sentido amplio (no sólo la situación financiera), no es habitual encontrarlo en pequeñas empresas. ¿Cómo recomendaría a un potencial comprador detectar estos intangibles empresariales para evaluar si la compra de la empresa puede ser una buena oportunidad?

Los intangibles, para que puedan ser considerados en una valoración, tienen que ser capaces de generar flujos de caja. Cuando se prevé los flujos de caja futuros de una empresa, ya se tienen en cuenta estos intangibles. 

El valor del intangible en sí, por ejemplo, de una marca comercial, se podría calcular en base a diferencias. Por ejemplo, suponemos que tenemos una empresa alimentaria con una marca importante. Haríamos una previsión de flujos de caja futuros que podría generar esta empresa los próximos años, y después haríamos el mismo ejercicio, pero considerando que los productos de la empresa se vendieran sin la marca, es decir, con una marca blanca. Lo más probable es que las ventas fueran muy inferiores. La diferencia de los flujos de caja con este intangible y sin él es el valor de la marca.

La compraventa de empresas no se hace cada día. Por este motivo en Lemon Value recomendamos formarse bien antes de iniciar un proceso de compra o de venta de una empresa, y dejarse asesorar por expertos en la materia. ¿Cómo valora que exista una plataforma online para formarse en esta materia?

Todo lo que sea apostar por la formación y online es positivo y tiene mucho recorrido. Si esto puede ayudar a las empresas en este camino para hacer una adquisición o una venta será muy bien recibido. 

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